jueves, 20 de noviembre de 2008

AMORES OLVIDADOS

AMORES OLVIDADOS

Al final del verano, Tere debía permanecer en casa de sus familiares por algunos días, mientras que yo debía regresar a mi casa esa misma noche. Por ello, consideramos que separarnos tan pronto era muy triste y decidimos pasar el día juntos, para despedirnos solamente cuando yo tomara el autobús de regreso. Así, fuimos a una hermosa playa donde calidamente transcurrió nuestra mañana, el lugar estaba casi desierto y aprovechamos cada momento de soledad para abrazarnos con ternura.
Por la tarde, decidimos acudir a un cine para ver un film romántico. En la oscuridad, entrelazamos nuestras manos para disfrutar de aquel momento de cálida unión. Salimos cuando la tarde ya caía y Tere me invitó a caminar a un parque muy discreto donde pasaríamos nuestros últimos momentos juntos; en aquel hermoso lugar, vimos el atardecer y a la luz de la luna, renovamos nuestras promesas de amor.
El momento de la despedida llegó y Tere me prometió que nos veríamos en menos de una semana. El momento fue muy triste para ambos pues la gloria de nuestro amor se veía quebrantada por la inesperada separación que nos afectaba. Pasaron varios días y ante su ausencia, me preguntaba si podría soportar tal carga emocional de extrañarla dolorosamente y sin remedio.
Cuando pensé que ya no la volvería a ver, recibí una increíble sorpresa al verla aparecer por mi casa. Nos encontramos y abrazamos efusivamente. Ante la presencia de mi madre salimos a caminar y no pude soportar el deseo de preguntarle por qué no había llegado antes como me lo había prometido, a lo que ella respondió que nole fue posible dada la presión de sus padres.
- Te extrañaba demasiado - dijo con leve tono de melancolía, deseaba estar contigo lo más pronto posible.
Aquellas palabras me enternecieron y me llevaron a contestar casi de igual modo.
Un extraño deseo de estar juntos nos poseía, un apetito de abrazarnos y besarnos infinitamente. Yo no había conocido hasta ese momento un amor con fuerza tal. Era una pasión incontrolable que me obsesionaba de manera permanente.
Llenos de ternura por nuestro feliz reencuentro, empezamos a buscar lugares solitarios e íntimos donde pudiéramos besarnos cada vez más con mayor pasión.
A partir de entonces, cada día nuestras almas se unían más y más consolidando una relación de gran estabilidad en todos los sentidos. Compartimos amistad y amor creando un mundo personal. Entonces algo nuevo surgió en nuestra relación, que despertaba y se hacía sentir cada vez más con mayor intensidad, algo que sentíamos en su magnitud... era el deseo carnal que despertaba con su ardiente mensaje. Comenzamos a platicar largamente sobre el tema del sexo., a veces en tono de broma y otras veces, con mucha seriedad.
El argumento fue en aumento, pues en nuestros momentos de intimidad, una gran excitación se apoderaba de nosotros. Aquella seducción física nos complacía y atormentaba a la vez pues no podíamos aún realizar el sexo en su plenitud y sólo quedábamos con una excitación terrible que se convertía en ardientes sueños nocturnos o interminables pensamientos sobre la eventualidad de hacer el amor ya en forma definitiva.
Poco tiempo después, empezamos a escribirnos cartas ardientes entre nosotros y en poco tiempo, las misivas eran verdaderos relatos eróticos que cruzaban por nuestras mentes y que soñábamos algún hiciéramos realidad.
Lamentablemente, por un descuido de mi querida novia, su madre descubrió una de mis cartas y al leerla, reaccionó violentamente contra ella intentando incluso, agredirla. Tere se defendió de aquel ataque maternal pero ya la crisis había comenzado. Su madre comunicó la noticia al padre de mi novia quien afortunadamente reaccionó de manera más pasiva. Por mi parte, también recibí las violentas palabras de la madre de Tere que se oponía definitivamente a nuestra relación. Su padre se acercó a mí y me declaró que él no estaba de acuerdo con lo nuestro pero si ella se sentía feliz junto a mí, no haría mayores problemas.
Al poco tiempo, y de manera inexplicable, la madre de Tere cedió en su argumento y fue cambiando hacia un tono más amable para con nosotros. Creo que, de algún modo, había llegado a aceptar la relación de su hija conmigo. Para mayor sorpresa, empezó a tomarme cierto aprecio y su trato hacia mí se torno más cálido y contemplativo, llegando incluso a preocuparse por las cosas de mi vida.
Cuando la crisis familiar que nos afectaba cesó, nuestra relación volvió a ser normal y a hacerse cada día más fuerte y estrecha. De algún modo habíamos conquistado terreno para expandir nuestro amor a horizontes más amplios.
No sé si lo pueda afirmar, pero de pronto me hice importante en la vida de Tere y su familia, en una agradable relación. En esta condición más estable y apacible, nuevamente regresaron a nuestras mentes, el deseo carnal y la ilusión de realizar definitivamente nuestra relación con la entrega sexual.
Así, nuestros encuentros íntimos volvieron a llenarse de excitación y deseo. Ya no tan sólo nos besábamos, sino que tocábamos nuestros cuerpos quedando presos de una gran exaltación. Todo esto tuvo como consecuencia, que nos estrecháramos cada día más, madurando nuestra relación en todos sus sentidos. Nos hicimos así, amigos, confidentes, cómplices y muchas cosas más. Sólo el sexo era algo que nos perturbaba y aún no habíamos alcanzado su plenitud, a pesar que dominaba plenamente nuestro pensamiento.
Una noche de sábado, luego de una fiesta de la escuela, tuvimos la oportunidad de estar bastante íntimos en una situación bastante especial. Regresábamos a casa en el coche de mi padre, cuando sentimos la tentación de detenernos frente a la costa mirando la playa que se ilumina en las noches de primavera. Muchas parejas en sus carros habían hecho lo mismo.
Durante algunos minutos, Tere y yo estuvimos mirando lo bello del lugar, mas en un instante, mi querida novia se abalanzó sobre mí, con abrazos y besos muy apasionados, lo que provocó que nuestras caricias fueran aumentando de tono. De pronto y casi sin darnos cuenta, nuestras manos buscaban las partes más sensibles de nuestros cuerpos.
Tere había abierto los botones de mi pantalón para liberar de su prisión a mi endurecido sexo. La noche y el ambiente contribuían igualmente a que fuéramos presas de una gran excitación, por lo que nos pasamos al asiento de atrás despojándonos de nuestras vestiduras. Luego de consolarnos sexualmente y otorgarnos divinos placeres, concluimos que de algún modo u otro, era imperioso que viviéramos nuestra sexualidad de manera más normal e intensa. Entonces nos prometimos mutuamente, encontrarnos pronto en algún lugar íntimo para hacer el amor sin las incomodidades de aquella situación antes descrita.
Abandonamos entonces aquella parada tan sexual y maravillosa, con la promesa de un pronto encuentro formal. Por desgracia esto no sucedió ya que sus padres se la llevaron a vivir para siempre a otra ciudad. Yo me quedé desolado y durante muchos años no pude enterrar estos momentos en el baúl de mis recuerdos olvidados.
SALUDOS
FRANCISCO PARDAVE

AMORES DE INTERNET

AMORES DE INTERNET

Nuestra historia comenzó en el Internet. Fue un día como todos en los que yo entraba a chatear un rato, conocía muchas amigas y amigos en la red y evitaba conocer gente de la capital, pero ese día fue diferente; yo saludé y me respondió una amiga del club que vivía en la ciudad. Conversamos más de tres horas; yo le dije que tenía que salir y ella me dio el teléfono de su trabajo y su nombre. Al día siguiente la llamé y desde ese día comenzamos a mantener comunicación telefónica y a escribirnos por Internet, eso fue por casi un mes, hasta que decidimos conocernos en persona, así que nos citamos a las 7 p.m. en un café cerca de la ciudad en que vivíamos, pero para ubicarnos, describimos como iríamos vestidos.
Bueno, llegó el momento: yo esperaba; veía pasar gente y no sabía si alguna era ella, hasta que una mujer se me acercó, de inmediato supe que era ella; me saludó y nos pusimos a conversar, era como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo, había la misma química que habíamos sentido en la computadora. Fue una tarde-noche muy agradable; desde ese día, empezamos a mantener una relación amorosa muy discreta, nuestros encuentros eran muy felices para ambos, por desgracia, tuvimos algunos problemas y nos distanciamos por unas semanas, pero lo nuestro era más fuerte y regresamos.
Así pasó el tiempo y seguíamos viéndonos dos veces a la semana, pero lo nuestro no podía ser más que a escondidas, porque ella era casada. Nos prometimos que esto no nos afectara y ninguno pediría o exigiría al otro algo que no podría dar.
Después de un tiempo, ella se fue a trabajar a otra ciudad mas al norte, por tres meses, para mí los días se me hacían eternos y mi única ilusión era esperar que me llamara y saber que seguía pensando en mí. Por fin, un día me llamó por teléfono y me pidió que fuera a verla. Anduve con ella todo un fin de semana y fue algo tan maravilloso que creo que nunca lo olvidaré...
A su regreso, nuestra relación fue más intensa y nos veíamos casi todos los días, pero como no siempre sale todo como uno lo quiere, llegó el día en que me dijo que la habían trasladado junto con su esposo a una ciudad muy lejana y que tenía que irse. Para mi fue terrible el saber que nos separaríamos y no nos veríamos nunca mas.
Ahora la busco todas las noches por el chat o en mi casilla de correo del Internet, pero nunca me responde. Yo se que anda por ahí, en el inmenso mundo de las ondas electrónicas, tal vez tratando de contactar a otro que converse con en ella, ojalá lo encuentre.

Saludos
Francisco Pardavé