miércoles, 18 de mayo de 2011

ANOCHE NOS QUISIMOS






Anoche todos nos quisimos



todos fuimos buenos



todos los ojos resplandecían



Las manos entibiaban el vino



que entibiaba la lengua



y era un amparo el enigma desnudo



Anoche todos nos queríamos
y parecíamos buenos



también los de al lado



que hablaban de otras cosas



o tal vez de las mismas con otras palabras



Anoche todos nos quisimos



anoche fuimos pájaros



hasta el leve temblor de la madrugada



y volvimos a ser nosotros...



viernes, 8 de abril de 2011

Amores olvidados




Al final del verano, Tere debía permanecer en casa de sus familiares por algunos días, mientras que yo debía regresar a mi hogar esa misma noche. Por ello, consideramos que separarnos tan pronto era muy triste y decidimos pasar el día juntos, para despedirnos solamente cuando yo tomara el autobús de regreso.

Así, fuimos a una hermosa playa donde calidamente transcurrió nuestra mañana, el lugar estaba casi desierto y aprovechamos cada momento de soledad para abrazarnos con ternura.

Por la tarde, decidimos acudir a un cine para ver un film romántico. En la oscuridad, entrelazamos nuestras manos para disfrutar de aquel momento de cálida unión. Salimos cuando la tarde ya caía y Tere me invitó a caminar a un parque muy discreto donde pasaríamos nuestros últimos momentos juntos; en aquel hermoso lugar, vimos el atardecer y a la luz de la luna, renovamos nuestras promesas de amor. El momento de la despedida llegó y Tere me prometió que nos veríamos en menos de una semana. Ese instante fue muy triste para ambos pues la gloria de nuestro amor se veía quebrantada por la inesperada separación que nos afectaba. Pasaron varios días y ante su ausencia, me preguntaba si podría soportar tal carga emocional de extrañarla dolorosamente y sin remedio.

Cuando pensé que ya no la volvería a ver, recibí una increíble sorpresa al verla aparecer por mi casa. Nos encontramos y abrazamos efusivamente. Ante la presencia de mi madre salimos a caminar y no pude soportar el deseo de preguntarle por qué no había llegado antes como me lo había prometido, a lo que ella respondió que no le fue posible dada la presión de sus padres.

- Te extrañaba demasiado - dijo con leve tono de melancolía, deseaba estar contigo lo más pronto posible.

Aquellas palabras me enternecieron y me llevaron a contestar casi de igual modo.

Un extraño deseo de estar juntos nos poseía, un apetito de abrazarnos y besarnos infinitamente. Yo no había conocido hasta ese momento un amor con fuerza tal. Era una pasión incontrolable que me obsesionaba de manera permanente.

Llenos de ternura por nuestro feliz reencuentro, empezamos a buscar lugares solitarios e íntimos donde pudiéramos besarnos cada vez más con mayor pasión. A partir de entonces, cada día nuestras almas se unían más y másconsolidando una relación de gran estabilidad en todos los sentidos. Compartimos amistad y amor creando un mundo personal. Entonces algo nuevo surgió en nuestra relación, que despertaba y se hacía sentir cada vez más con mayor intensidad, algo que sentíamos en su magnitud... era el deseo carnal que despertaba con su ardiente mensaje. Comenzamos a platicar largamente sobre el tema del sexo, a veces en tono de broma y otras ocasiones, con mucha seriedad. El argumento fue en aumento, pues en nuestros momentos de intimidad, una gran excitación se apoderaba de nosotros. Aquella seducción física nos complacía y atormentaba a la vez pues no podíamos aún realizar el sexo en su plenitud y sólo quedábamos con una excitación terrible que se convertía en ardientes sueños nocturnos o interminables pensamientos sobre la eventualidad de hacer el amor ya en forma definitiva.

Poco tiempo después, empezamos a escribirnos cartas ardientes entre nosotros y en poco tiempo, las misivas eran verdaderos relatos eróticos que cruzaban por nuestras mentes y que soñábamos algún hiciéramos realidad.

Lamentablemente, por un descuido de mi querida novia, su madre descubrió una de mis cartas y al leerla, reaccionó violentamente contra ella intentando incluso, agredirla. Tere se defendió de aquel ataque maternal pero ya la crisis había comenzado. Su madre comunicó la noticia al padre de mi novia quien afortunadamente reaccionó de manera más pasiva. Por mi parte, también recibí las violentas palabras de la madre de Tere que se oponía definitivamente a nuestra relación. Su padre se acercó a mí y me declaró que él no estaba de acuerdo con lo nuestro pero si ella se sentía feliz junto a mí, no haría mayores problemas.

Al poco tiempo, y de manera inexplicable, la madre de Tere cedió en su argumento y fue cambiando hacia un tono más amable para con nosotros. Creo que, de algún modo, había llegado a aceptar la relación de su hija conmigo. Para mayor sorpresa, empezó a tomarme cierto aprecio y su trato hacia mí se torno más cálido y contemplativo, llegando incluso a preocuparse por las cosas de mi vida.

Cuando la crisis familiar que nos afectaba cesó, nuestra relación volvió a ser normal y a hacerse cada día más fuerte y estrecha. De algún modo habíamos conquistado terreno para expandir nuestro amor a horizontes más amplios.

No sé si lo pueda afirmar, pero de pronto me hice importante en la vida de Tere y su familia, en una agradable relación. En esta condición más estable y apacible, nuevamente regresaron a nuestras mentes, el deseo carnal y la ilusión de realizar definitivamente nuestra relación con la entrega sexual.

Así, nuestros encuentros íntimos volvieron a llenarse de excitación y deseo. Ya no tan sólo nos besábamos, sino que tocábamos nuestros cuerpos quedando presos de una gran exaltación. Todo esto tuvo como consecuencia, que nos estrecháramos cada día más, madurando nuestra relación en todos sus sentidos. Nos hicimos así, amigos, confidentes, cómplices y muchas cosas más. Sólo el sexo era algo que nos perturbaba y aún no habíamos alcanzado su plenitud, a pesar que dominaba plenamente nuestro pensamiento.

Una noche de sábado, luego de una fiesta , tuvimos la oportunidad de estar bastante íntimos en una situación bastante especial. Regresábamos a casa en el coche de mi padre, cuando sentimos la tentación de detenernos frente a la costa mirando la playa que se ilumina en las noches de primavera. Muchas parejas en sus carros habían hecho lo mismo. Durante algunos minutos, Tere y yo estuvimos mirando lo bello del lugar, mas en un instante, mi querida novia se abalanzó sobre mí, con abrazos y besos muy apasionados, lo que provocó que nuestras caricias fueran aumentando de tono. De pronto y casi sin darnos cuenta, nuestras manos buscaban las partes más sensibles de nuestros cuerpos.

Tere había abierto los botones de mi pantalón . La noche y el ambiente contribuían igualmente a que fuéramos presas de una gran excitación, por lo que nos pasamos al asiento de atrás despojándonos de nuestras vestiduras. Luego de consolarnos sexualmente y otorgarnos divinos placeres, concluimos que de algún modo u otro, era imperioso que viviéramos nuestra sexualidad de manera más normal e intensa. Entonces nos prometimos mutuamente, encontrarnos pronto en algún lugar íntimo para hacer el amor sin las incomodidades de aquella situación antes descrita.

Abandonamos entonces aquella parada tan sexual y maravillosa, con la promesa de un pronto encuentro formal. Por desgracia esto no sucedió ya que sus padres se la llevaron a vivir para siempre a otra ciudad. Yo me quedé desolado y durante muchos años no pude enterrar estos momentos en el baúl de mis recuerdos olvidados.

morir de amor





Puede que sea el tiempo

de volar hacia tí

y quedarme con el

cielo de tus ojos.


Puede que pisemos

las mismas arenas tibias

y frente al océano

nos digamos como nos amamos.


Puede que este temblor

de caricias y delirios,

despierten auroras

y todas las ausencias.


Puede que sepa por siempre

que ya no temo a la muerte,

porque sin tenerte

muero en cada instante.






Cuando pensé que ya no había Lugar para el amor,

Cuando creí que las ilusiones se desangraban

en el momento que morían esperanzas y yo la enterraba en el olvido...

Fue ahí cuando apareciste tú, cuando despertaste mis sueños dormidos,

bañando mi cuerpo de nuevas fantasías y de juegos jamás vividos.

Llegaste irrumpiendo a mi vida, desestabilizando emociones

desestructurando mis pensamientos

derribando la carcaza de mi alma.

Voy a jugarme por ti

voy a amarte despacio,

despertando el fuego de tus entrañas

acariciando cada recóndito lugar de tu cuerpo

que jamás han acariciado.

Besando melodías que emanan de tus labios

creando castillos de pasión indestructible, de amor eterno...

Sé que eres esa dulce mujer que abrigará mis miedos,

sé que entre vos y yo no hay nadie

sólo existe el futuro de un nuevo amor.

Si estás dispuesta a entregarte

si estas dispuesta a amarme

no te detengas, hoy te siento en mi.



jueves, 7 de abril de 2011

TE AMO




Cuando llega la noche pienso en ti, recostado sobre la hierba


...te imagino, el canto de los grillos me acompaña.


Siento como mi alma se pierde en el infinito y te busco,


deseo tenerte conmigo para que escuches este concierto a la luz de la luna


tú, yo, la noche, tu boca, la mía nuestras almas fundidas en una sola.


Nuestro amor impregnado de dulzura, de pasión...


y tus ojos que con su luz opaquen todas las estrellas del universo.


Así te sueño, así quisiera amarte y entrar en ti...


lentamente sin prisa y entregarnos sin barreras


solos tú y yo, ¡qué feliz sería entregarnos a el mundo del el éxtasis!


yo en ti, tú en mi, un solo corazón...



¡Te amo!

viernes, 25 de marzo de 2011

LAURA


Los ruidos de la cocina parecían querer derribar las paredes del apretado cuarto . Más allá; la siempre insolente voz de su señora daba órdenes a los niños recién llegados de la escuela. Como fondo, el volumen de la televisión a todo lo alto, reproduciendo las voces agudas de los personajes de una caricatura, y, por si fuera poco, la radio lanzaba hacia todas partes, los chismes y diretes de un programa dirigido a las señoras."
¿Qué estoy haciendo aquí?" -se preguntó Javier, mientras esperaba la hora de la comida, para después, con algún pretexto, emprender la graciosa huida hacia la calle.
Arrancó el automóvil y se dirigió hacia la tienda comercial donde habitualmente hacia las compras de la casa; de pronto, sintió una imperiosa necesidad de voltear la cara: vio la figura que se le aproximaba paso a paso. Trató de observar el rostro que apenas se asomaba por entre los enormes lentes oscuros, el pelo antes largo, ahora sólo llegaba hasta la altura de la nuca.
- ¡Hola Laura! -gritó Javier-.
Ella se detuvo y lo miró a través de las gafas.
Instintivamente trató de seguir caminando, pero sus piernas se negaron a obedecerla. Quiso sonreír, pero sus labios sólo dibujaron una mueca indefinible.
Casi como autómata, estiró el brazo y estrechó la mano que se le extendía. Un poco más calmada miró aquellos ojos que la veían con avidez y notó las bolsas y arrugas que los enmarcaban. Parecían los mismos que la miraban en aquellas penumbras de los cuartuchos de los hoteles donde se refugiaban para hacer el amor. Ojos que habían conocido todos los rincones de su piel. Esos ojos de ardientes que se cegaban cuando brotaba el torrente incontenible de su sexo. Aquellos ojos que llenos de lágrimas la habían seguido cuando se dijeron el adiós.
- Disculpa Javier, es que no te había reconocido. Estás un poco cambiado. ¡Te dejaste crecer el bigote! -la voz de Laura salía cada vez más fluidamente- ¡Qué gusto de verte, te ves muy bien, no pensé volver a encontrarte!
Laura se ruborizó al terminar la frase y pensó: "¡cuántas veces había tratado de llamarlo!". Sobre todo, aquellas noches cuando su esposo se encontraba ausente y cuando, a solas, se retorcía sobre la cama, añorando aquella boca voraz que había aprendido a deslizarse en los rincones más húmedos de su cuerpo.
No sólo había deseado volverlo a ver, sino hasta había ensayado frases para cuando esto ocurriera: "te extraño, perdóname, no puedo vivir sin ti". A veces, al observarse ante el espejo, imaginaba que a lo mejor Javier no notaría las estrías que surcaban su cintura. Veía su cuerpo como si Javier fuera el que la estuviera viendo, lo mostraba sin ningún pudor y advertía con satisfacción que la línea del busto se mantenía aún firme y, que incluso, había aumentado de volumen.
Javier la miraba sin decir palabra, y al ver su rostro se le vino a la mente y a la entrepierna, el calor que siempre había sentido cuando estaba junto a ella. Era una sensación que no podía atenuar, incluso hasta después de hacerle el amor le acompañaba a su casa. Se amaban con verdadera pasión, porque los dos sabían que en cualquier momento todo se acabaría. Ella estaba a punto de casarse con un hombre al que no quería, pero que le ofrecía una seguridad que él no podía darle.
Javier la había bautizado como Laura, para que nadie la llamara con ese nombre, era su señal y su secreto. La última vez que habían estado juntos Laura le pidió un favor: "Quiero que tu esposa y tú sean mis padrinos de lazo; así me haré las ilusiones de que me estoy casando contigo". Luego, en la recepción pudieron disimular algunos brindis solitarios y algunos roces imperceptibles que con muchos pretextos se estuvieron dando. Luego, con su mujer y en medio de los bocinazos de muchos autos, la habían escoltado hasta el aeropuerto.
Cuando volvió a la realidad, Javier insistió en acompañarla. Ella subió al auto y se acomodó en el asiento delantero - era el mismo en el que se recostaba cuando regresaban a su casa -.
Vio los libros y papeles regados en la parte de atrás y la negra sombrilla aventada sobre la repisa del cristal posterior.
- Si quieres háblame por teléfono -dijo Javier-, cuando la mujer le pidió que detuviera el carro. Ya sabes mi número.
Laura, sin despedirse, se puso los lentes negros y echó a caminar sobre el concreto hirviente por el sol del medio día. Cuando sintió que la mirada de Javier ya no la seguía, apresuró el paso y se sentó en medio de los matorrales de un polvoso jardín que se encontró de repente. "Siempre he sido una cobarde -se dijo-, no fui capaz de defender el amor de Javier y ahora no me atreví a volver a estar entre sus brazos. Ni modo".
Javier arrancó el coche y empezó a cruzar aquel bosque partido en mil pedazos por calles y fraccionamientos a medio terminar. En una esquina se sintió invadido por una marabunta de vendedores y unos niños que trataban de limpiar los parabrisas de los automóviles; muchos conductores los apartaban con señas, con palabras malsonantes o de plano aventándoles los carros. Otros, sin embargo, eran sorprendidos y en un instante tenían embadurnados los cristales con una substancia jabonosa, la que era limpiada a veces hasta por dos o tres jovenzuelos que tenían medido el tiempo en que saltaba la luz roja a la verde.
Pinches escuincles, ya me chingaron -murmuró Javier- mientras sacaba unas monedas de la bolsa. Más adelante, cruzó la zona del “peñón”, donde se arremolinaban autos y camiones; unos intentaban dar vuelta hacia el aeropuerto y otros pretendían introducirse en el viaducto. En otro semáforo vendían flores o billetes de lotería. Le compró una rosa a su mujer, para pretextar que había estado pensando en ella..........

jueves, 24 de marzo de 2011




Flechas clavadas en tu corazón¿Quién ha disparado?¿De donde han salido?¿Quién te ha atravesado el corazón?
Sin duda la culpa fue de cupido



En nuestra cultura occidental ha prevalecido una concepción irracional sobre el amor. Curiosamente éste fue uno de los aportes más significativos de los antiguos griegos. A diferencia de los hindúes, de los chinos o de los japoneses, los griegos no entendieron al amor como una virtud a ser cultivada sino como una enfermedad, como una forma de locura que, aunque muy dulce, puede destruir todo lo que una comunidad e incluso el mismo amante, valoran.
Entender el amor como un sentimiento espontáneo y repentino (tal es la concepción del flechazo), y no como una relación que se construye a lo largo del tiempo, supone el desarrollo de altas dosis de idealización.
Cuando se ingresa al amor por la puerta del flechazo y del enamoramiento, las expectativas suelen ser altísimas: el otro no es quien es, sino quien deseamos que sea, y con frecuencia se incurre en una falacia indebida al considerar que en unos pocos encuentros resulta evidente que los amantes están “hechos el uno para el otro”. Se espera que la pasión se afiance en la pareja, pero cuando el hechizo se ha roto —y la pasión es finita por definición—, sólo resta el desengaño, la desilusión o el omnipotente deseo femenino de cambiar al otro.
La falsa analogía de las almas que vagan en busca de su mitad perdida también dio lugar a la falacia de la falsa dicotomía que plantea mediante juegos de oposiciones dos alternativas, sin considerar que en realidad existen muchas más. Los crímenes y los suicidios pasionales, un tópico de referencia obligada desde la mitología griega hasta el presente, con frecuencia presuponen esta concepción según la cual sólo una persona está “destinada” a amarnos. Pero la verdad es que no somos naranjas rebanadas ni erramos en busca de nuestra mitad perdida. A lo sumo encontraremos personas afines pero distintas de nosotros a las que podremos amar más allá del periodo de encantamiento primero, de acuerdo con nuestra disposición para conciliar las diferencias y los problemas que sobrevienen a toda relación humana que se prolonga en el tiempo.
A diferencia de India y China, donde se pensó que la iluminación espiritual está asociada con el sexo y es una forma de trascender la mortalidad. La cultura occidental pareció menos interesada en focalizar su atención en un arte de amar que en inscribir el discurso amoroso en el registro de lo prohibido y de lo permitido, en el de las “normas” y en el de sus supuestos “desvíos”. De ahí la fascinación por los “amores prohibidos” y la identificación del “triángulo amoroso” con el argumento de las historias de amor.Siempre que se ama existe la posibilidad de sufrir. Parte de la cuota necesaria de sufrimiento que implica el amor se vincula con el hecho de que, como individuos modernos y occidentales, debemos elegir por nuestra cuenta a la pareja con la que compartiremos gran cantidad de momentos de nuestra vida. Como sujetos modernos, estamos librados a nuestras propias fuerzas; también somos compelidos a pensar que el cambio siempre es bueno para nuestras vidas. La publicidad y las representaciones culturales no parecen decirnos otra cosa. Asimismo, vivimos una época en la que el lazo social tiende a quebrarse. Los más afortunados encuentran en la familia, en los amigos o en la pareja un amparo que los preserva de las inclemencias de un individualismo feroz.
Reflexionar sobre el amor constituye un verdadero desafío en momentos en que los cambios científicos se tornan vertiginosos, cuando es posible escindir por completo la sexualidad de la reproducción, cuando los métodos de fertilización asistida plantean cambios que apenas alcanzamos a vislumbrar, cuando asistimos a cambios sustanciales como la disolución de un modelo de familia centrado en la crianza de los hijos.El amor puede exceder en mucho el periodo del enamoramiento o del amor-pasión. El amor-acción o amor-compañero es un amor de más largo alcance que implica querer al otro porque se lo conoce y se goza de su presencia y no de su ausencia, una relación en la que el paso del tiempo puede estrechar el vínculo y convertirse en un dato a favor y no en contra, y en la que es posible sobrellevar los problemas que necesariamente alcanzan a toda relación humana duradera.
Finalmente, creo que un desafío importante para el individuo contemporáneo es aceptar el carácter problemático del amor frente a las imágenes idealizadas de gran cantidad de representaciones culturales. La pareja sigue siendo el ámbito donde es posible aunar una ética de la ternura con el sexo, cultivando el amor como un arte, es decir, aprendiendo del error para barajar nuevamente las cartas de uno de los juegos más bellos y antiguos del mundo

JUGAMOS???



Jugar?.. ..¿has dicho jugar? … ¿aquí? ¿Conmigo?
¿Los dos? ¿tú y yo? ¿sin ropa?
¿Las luces prendidas o apagadas?
¿Prendemos las velas?
¿Con música, sí? ¿Luego vamos al agua?
¿Y en el sillón? ¿Chocolate en mí boca?
¿Mermelada en tus pechos?
Mm…. ¡¡¡Qué rico este juego!!!
Juguemos… me olvido del resto mientras jugamos…
somos nuestras almas y nuestros cuerpos…
nuestras risas y nuestras lágrimas…
la emoción me desborda …
me atraviesa el placer y no soy yo…
eres "mí amor”… y yo… tú "Paco”…
Únicos aquí adentro… los únicos para cada uno…
no hay otros… no hay dóndes…
no hay cuántos … ni cuándos …
Este momento de lujuria…
sólo nos permite contar con la ternura
y la excitación del otro …
no hay más que eso … y eso me conmueve…
Tus gemidos me indicarán
cuán adentro de tú alma ha llegado mí cuerpo…
y tu alma … sabrá de mí …
cuando yo escuche tus sonidos…
Adentro de ti… en este cuarto… tuyo y mío ahora…
¿Ahora? … Saboreas el chocolate ahora… dentro de tú boca…
Pinto tus pechos y tu cara con mis jugos y el chocolate…
y sonríes … jugamos … contigo y conmigo …
con lo nuestro en este cuarto…
Luego yo ¿Con la mermelada? …
Rodeando tus pechos…
Ja te da cosquillas… te estremezco…
¿Mordisquitos?… Está rica
Te excito… mi lengua juega en tus pechos…
No puedes evitar el movimiento involuntario de tu pelvis…
¿Cuándo llegarás?
Estoy dentro de ti… tal como lo deseabas…
bien profundo…moviéndome…
Vibras como el cielo… y nos vamos…
Contigo… y conmigo…y jugamos… ambos… ¡Sí!
¿Jugamos?



El amor existe, no sabemos cuanto dura. Se pudo haber amado muchas veces, y la última parecer la única. Pero en realidad se ama una sola vez... una vez todas las veces. Esa vez para algunos elegidos es la primera y la única. Esa vez para otros desheredados, nunca llega en la vida. Se conforman con la mediocridad de la costumbre de creer que se ama, o de amar a medias. Tampoco falta quien ama detrás de las puertas ajenas, porque tiene vergüenza de amar a la luz. Eso no eso amor. Se ama de cara al sol, con valentía, sin prejuicios sociales ni vanos juramentos. Se ama con el alma abierta ante todos y luchando contra todos si es preciso, o no se ama. Amar es compartir la vida sin calcular nada, o no se ama. Amar es una entrega permanente. Amar es un privilegio de Dios. Hay quienes tuvieron las estrellas del amor entre las manos y las hicieron pedazos. Perdieron la oportunidad de ser felices. Después amaron a oscuras. Cuando el hombre encuentra el amor, no tiene pasado: todas las mujeres de su vida, nunca existieron... Como en la magia de un sueño sublime, se purifica en las llamas sagradas. Se ama una sola vez... Una vez, nada más, sobre todas las veces.

TE AMO




TE AMO
Abro los ojos, la luz es todavía muy tenue; tú yaces sobre el lecho con la cara apoyada sobre la almohada, mientras que tu pelo cae como en una caricia sobre tu cara. La sábana apenas te cubre medio torso, ofreciéndome la visión de tus hombros desnudos y parte de tu espalda. La suavidad de tu piel me llama a acariciarla, besarla; a sentir su tersura como de seda rozar la yema de mis dedos. Tu boca dibuja una débil sonrisa, casi imperceptible. Nunca te lo he dicho, pero es en estos momentos cuando me siento más enamorado de ti. Me incorporo lentamente con temor de perturbar tu sueño. Algunos tímidos rayos de sol se cuelan furtivamente por la orilla de las cortinas para acariciar tu dulce rostro que me atrae con fuerza incontenible. Es un impulso de la naturaleza magnética y electrizante y... ¿Quién soy yo para resistir esa fuerza natural? ¿Qué soy, aparte de un pobre e indefenso ser humano? Yo mismo me respondo y comprendo que soy aquél que hace unos instantes compartía contigo el feliz reposo que ahora disfrutas. Soy quien te acompaña en las noches en las que el cansancio se desvanece, y también el que comparte caricias y besos contigo, como en un encuentro íntimo de dos, donde sólo nuestros cuerpos son los únicos invitados. Me acerco más a ti intentando no despertarte con un brusco movimiento; de cerca la expresión de tu rostro es más y más irresistible. Me acurruco a tu lado pretendiendo tener el peso de una pluma, siendo consciente de lo imposible que es esa transmutación, y maldiciendo en todo momento mi impulsividad, si esta te arrancara el sueño. Intento contener la respiración; el corazón me late de forma atronadora en el pecho pugnando por salírseme del sitio. Extiendo mi mano, y con el dorso de mis dedos, aparto con una caricia el cabello que navega por tu cara, ese rostro que es el espejo de mi felicidad. En ese momento, tu sonrisa crece y la habitación empieza a iluminarse. La expresión de tus labios brilla con luz propia, al instante que un aroma primaveral ataca mi olfato. Cada vez me cuesta más contenerme y, como temiendo que te desvanezcas con mi contacto, me aproximo a ti con lentitud, con la respiración entrecortada a veces, contenida el resto del tiempo. Deposito un beso en tu mejilla, la cual cede bajo la presión de mis labios, recuperando forma natural cuando los separo de ti. Tu cuerpo parece contraerse por un momento, como sacudido por una descarga eléctrica. Tu sonrisa se amplía y en ese momento, giras lentamente el cuerpo a la vez que lo cubres con la sábana. Abres lentamente los ojos, para volverlos a cerrar heridos por la luz de la mañana, cuyo brillo no puede rivalizar con la luminosidad que se desprende de tu mirada. Muy despacio me miras desafiante, como si no te importase el hecho de que tus miradas mes deslumbran sin piedad; reprochándome el haberme separado por unos instantes de tu lado. "¡Buenos días!" dices susurrando, y siento cómo tu voz acaricia mis oídos, para después bajarme cálida por la espalda y recorrerme todo el cuerpo. Me impregno de la sensación que deja en mí tu voz, y me dejo inundar por ella. Vuelvo a inclinarme para besarte, con la seguridad que me da el saber que ahora son tus labios los que esperan los míos. Nuestras bocas se aproximan temblorosas a recibir el primer contacto del día, con la misma caricia con la que nos despedimos antes de quedarnos dormidos. Al tiempo que el beso tiene lugar, una pequeña chispa prende en mi interior; luz que encuentra combustible en mi corazón, para de inmediato, convertirse en una llama avivada y alimentada por mi amor. Tiemblo por un instante, por que sé que esa flama se convertirá muy pronto en un incendio que arrase, queme y abrace todo nuestro ser, nuestra existencia, retroalimentando a la esencia misma de nuestro amor. Buenos días –te contesto, mientras que nuestros cuerpos se abrazan fuertemente, agradeciendo a la vida el milagro de estar juntos. Te tomó de la mano y nos dirigimos hacia el baño donde tomamos una renovadora ducha. Observo de reojo tu bello cuerpo desnudo, tratando de no incomodarte con mis miradas. Por respuesta me atraes a tu lado y me haces reaccionar al abrir un poco más el agua fría. Reímos los dos y nos cobijamos mutuamente en la estrechez de nuestros brazos.

“No vemos más tarde” –me dices, cuando desapareces por la penumbra de las escaleras. Yo, me quedó solo y me dirijo a la computadora, para tratar de hacerte este escrito donde te diga lo mucho que te amo…

lunes, 14 de marzo de 2011



Mi nombre es Carlos y mi vida estaba realizada, tenía una familia hermosa compuesta por mi esposa Sofía y dos hijos, Roberto de 24 años y Cristian de 18. Era dueño de una empresa y tenía un aceptable nivel económico. Por desgracia mi esposa murió de cáncer y es el comienzo de esta historia. Tras la muerte de mi esposa, entré en una gran depresión, no quería ir a trabajar, me encerraba en mi cuarto y ni siquiera con mis hijos hablaba. Por ello, estaban muy preocupados por mí y nunca me dejaban solo en la casa. Roberto se hizo cargo de la empresa, era muy hábil con los negocios y estudiaba administración empresarial. Cristian, había terminado la preparatoria y por la situación familiar no quiso ir a la facultad ese año, por lo que estaba mucho en casa haciéndome compañía. Generalmente, también estaba Virginia, la novia de Roberto, era una chica sumamente agradable y bastante atractiva, con sus 22 años tenía una personalidad muy madura para su edad y desde la muerte de mi esposa, ella se había encargado de la administración de la casa.
Yo soy de buena estatura, siempre usé bigote y soy algo velludo y un tanto canoso. Nunca me consideré apuesto o galán, ni siquiera cuando era joven, pero siempre fui muy seguro cuando encaraba a las mujeres y muy pocas veces me rechazaron. Mi secreto es que siempre las traté con ternura, soy buen bailador y canto y toco la guitarra. Desde que era adolescente saqué provecho de mis habilidades y con ello me volví el centro de atracción, los varones me envidiaban y las mujeres de alguna manera se me insinuaban. Cuando, terminados mis estudios busqué trabajo, siempre lo conseguía porque era aplicado en los estudios y leía mucho por lo que tenía amplia cultura, además era muy limpio y siempre iba a las entrevistas de traje. No por presumir pero siempre fui bien dotado sexualmente lo que hacía que tuviera mucha seguridad en mi hombría lo que producía un efecto era hipnótico en las mujeres.
Cuando conocí a Sofía, nos enamoramos de inmediato, ella tenía 24 años y era muy atractiva, aunque era algo rellenita, tenía un cuerpo casi perfecto acompañado de unos grandes senos y un trasero redondo y paradito. Ella fue la mujer que más tiempo tarde para hacerle en amor, pero la esperé porque realmente me gustaba y aunque no tenía penetración siempre disfrutábamos mucho de las caricias que mutuamente nos hacíamos. Así vivimos durante unos tres años hasta que terminé mi carrera y decidimos casarnos. Desde luego la noche de bodas resultó perfecta y fue cuando realmente nos dimos cuenta de cuanto nos amábamos y de que estábamos hechos el uno para el otro.
Así pasó el tiempo y tuvimos a nuestros dos hijos lo que vino a complementar la felicidad que ya teníamos.
Tres o cuatro meses después de la muerte de mi esposa, mi ánimo fue mejorando, comencé a hacer trabajos del hogar, arreglar el jardín y también iba al supermercado por mercadería. Mis hijos se fueron despreocupando de a poco y fueron retomando sus vidas, aunque me vigilaban de cerca. Mientras estaba en mi casa, mi atuendo era muy informal y casi nunca salía, por eso mi sorpresa cuando mi nuera Virginia, invitó a cenar a su hermana Victoria a la casa sin avisarme. Desde que llegó quedé prendado de su belleza y excelente cultura y educación. A partir de entonces, decidí volver a ser el mismo me afeite el bigote, me compré ropa nueva y empecé a salir con ella. No se que le contaría Virginia a Victoria pero yo sentía que me miraba de un modo especial, sobretodo por el área de la entrepierna. Una tarde yo me encontraba solo en mi casa y únicamente tenía puesto un ligero bóxer cuando llamaron a la puerta. Para mi sorpresa, cuando abrí la puerta descubrí a Victoria parada delante de mí observándome.
- Hola Viky, como estas? Disculpa las fachas pero no imaginé que vendrías- le dije.
Ella no reaccionó, tenía una cara como de asombro. Fue en ese momento que me acordé que estaba casi desnudo. Pero no solo eso, tenía una gran erección por lo que tomé un almohadón y me tapé.
- No te preocupes Carlos, la entrometida soy yo, debí avisarle antes de venir.
- Pero de ninguna manera, tú puedes venir cuando quieras, perteneces a la familia.- le dije.
- Esta bien.- dijo agachando la cabeza con vergüenza.
- Bueno Viky, no te pongas mal que no es para tanto.
- Es que estoy muy sorprendida, con el atuendo que llevas - me dice.
Sólo alcancé a contestarle que si podría venir más tarde para ponerme más presentable.
- Me voy, a la noche vuelvo a cenar.- dijo mientras salía a toda velocidad.
Esa noche cenamos en casa, mis hijos, Virginia, Victoria y yo. Noté que ella estaba más desinhibida conmigo, me hacia chistes y me ponía caras. Se la notaba contenta y algo me decía que yo tenía que ver con esa repentina alegría.
Sorpresivamente, mis hijos y Virginia, se despidieron pretextando que tenían un compromiso y de que llegarían un poco tarde.
Noté que Victoria sonreía y que estaba más sensual que nunca.
Cuando salieron mis hijos encendí la chimenea puse un disco romántico y la invité a bailar. Al abrazarla tuve una erección instantánea, como cuando era joven. Ella me abrazó y juntó su cuerpo al mío. Yo estaba tan excitado que mientras tarareaba la canción en su oido empecé a deslizar mis manos por su cuerpo. Al terminar la pieza apagamos la luz y empezamos a desnudarnos al ritmo de la música y bajo la luz de la fogata. Jamás en mi vida había sentido tanto placer cuando completamente desnudos seguimos bailando y acariciándonos mutuamente.
Me di cuenta que ella experimentaba una mezcla de placer con vergüenza lo que la hacía aún más atractiva. Era tremendamente excitante tenerla desnuda entre mis brazos hasta que no pudimos más y empezamos a hacer el amor. Pronto tuvimos nuestro primer orgasmo, ella gemía como besándome incesantemente y yo no podía dejar de moverme hasta que volvimos a sentir mutuamente otro monumental y explosivo orgasmo.
A la mañana siguiente cuando saludé a mis hijos,no abrazamos un rato y lloramos. Por un lado, creo llorábamos porque extrañábamos mucho a Sofía y por otro, porque la vida me permitía volver a ser feliz al lado de una mujer formidable.
Ese día di por concluida mi etapa de duelo y al día siguiente volví a trabajar. La familia volvió a estar muy unida como antes, Roberto se casó con Virginia, Cristian volvió a la escuela y es un magnífico estudiante. Victoria y no nos casamos y hace unos días el doctor nos dio la grata noticia de que íbamos a tener un hijo.
Gracias a Dios y a mis hijos volví a encontrar la felicidad y ahora todos disfrutamos de la vida y formamos una gran familia.
Saludos
Francisco

MIS TRES PRUEBAS


-Desvístete, Métete a la cama, “Te amo... habían sido las únicas palabras que oía de él. Sólo llegaba... me hacía el amor y se iba sin decir más. Trataba de detenerlo pero él no accedía... me daba un último beso, largo y apasionado... y terminaba por desaparecer.
Ayer me habló bien por primera vez diciéndome categóricamente:
– Pasarás por tres pruebas... aunque una de ellas casi ha sido completada. – Me dijo.
Lo miré... me encantaba mirar a sus ojos azules... porque al verlo fijamente sucede tal cual como si me estuviera haciendo el amor con su mirada.
– Sí... la prueba de convertirte en mí vampiresa... – me dijo y me selló los labios con su dedo índice que yo no tarde en tomar y meterlo a mí boca de manera pícara mientras él me sonreía.
– La segunda prueba es que tú seduzcas a alguien más... – me dijo.
Me encaminaba al callejón que apenas se iluminaba entre colores rosas y naranjas... Esperé... pasaron quince minutos cuando la vi llegar. No era una chica muy cotidiana... de hecho era bonita. Era parecida a mí en estatura, cuerpo y rasgos... exceptuando sus ojos verdes y su cabello castaño claro... tenía buen cuerpo...Llegó... sin decir más se quitó de encima la gabardina de piel que traía... la botó... pensé en ese momento que alguien nos vería e incluso sentí una mirada penetrante encima de mí pero no había nadie, a pesar de que rebusqué en todos los rincones del callejón. La miré... miré su cuerpo completamente desnudo y bien proporcionado... La chica se me acercó como queriendo seducirme pasando sus manos por el borde de la camisa blanca que traía pero la detuve... me hice hacia atrás y con movimientos lentos pero precisos comencé a quitarme la ropa... Lo hice lentamente... la camisa... la falda de piel... los zapatos... los dejé encima del portafolios beige que había dejado en el piso desde antes. Hice sentarse a la chica en el contenedor de basura... Ella accedió... se sentó y yo me puse sobre ella... mientras ella me miraba, pasé mis manos ansiosamente por mis senos, bajé por mis costillas, mi vientre y llegue a mí pubis que presioné cariñosamente. La tomé de los hombros y la recosté en el contenedor... Apenas le di un beso dulce en los labios cuando me decidí a comenzar a ‘hacerle el amor’...
Pasé de su cuello a su pecho... lo besaba con delicadeza y apenas rozaba mí lengua. Seguí bajando... me dirigí a sus senos perfectos y la comencé a besar... Su cuerpo se erizaba de placer e incluso se alzaba para que yo la besara más... Sentí que alguien nos miraba pero no quise dar importancia a mis pensamientos.
Bajé por sus costillas... su vientre plano y besé su sexo mientras ella se estremecía... Seguí mientras ella repetidamente temblaba en medio de sus orgasmos. No sé si fueron pocos minutos o demasiados pero de repente me recosté sobre su pubis cerrando los ojos... Sentí una mano recorrer mí espalda con delicadeza y abrí los ojos enseguida mirando que el era quien me veía
– Muy bien mi niña, muy bien mí bebé vampiro... haz pasado la segunda prueba... – me dijo. Ahora iniciaremos la tercera.
Me tomó de los brazos y me llevó hasta él cargándome y regalándome un dulce beso... me ayudó a cubrirme y llegamos a la casa.
Cuando llegamos me esperaba una gran sorpresa... llegué a mi cuarto dispuesta a bañarme... me quité la ropa, entré al baño... salí y al tratar de encender la luz él me interrumpió. Tomó mis manos con ambas suyas llevándolas a mi vientre y cuando volví a abrir los ojos ya habíamos llegado a la sala; la alfombra estaba cubierta con pétalos de rosa y en forma de círculo había botellas con velas clavadas alumbrando un espacio. El de nuevo sello mis labios. Me hizo voltear a mirarlo... ya estaba desnudo.
– Te amo... – me dijo... me cargó y me puso en el centro de aquel círculo para ir sobre mí... lo que me hizo despegar un suspiro tan profundo como el amor que ahora por él sentía...
Comenzó por besarme el cuello... tras un beso lleno de pasión justo cuando se había puesto sobre mí. Siguió de mí cuello a mis senos. Pasó por mis costillas... mí vientre... mí pubis... y al finalmente me penetró ferozmente...
– No sé como te dejé hacérselo a una chica si eres mía... – me dijo entre gemidos y seguimos haciendo el amor hasta que las velas se apagaron... Cuándo acabamos me recosté a su lado mientras él trataba de controlar su respiración...
– Y... ahora... ¿qué sigue?...
Hicimos todo lo que es posible imaginar y era de madrugada cuando terminamos exhaustos esa noche de placer...
– Tengo que ir a trabajar”– fue lo último que pensé. Me levanté perezosamente y me vestí, mientras mi vampiro dormía plácidamente dentro de su catafalco. Me lavé el cuello y cubrí disimuladamente los hoyitos que aún escurrían unas pequeñísimas gotitas de sangre.