viernes, 28 de noviembre de 2008

MI BELLO AMOR

Iba caminando entre un bosque, en donde veían a la vez claros y oscuros entre las ramas de los frondosos árboles que cubrían el lugar; sí, claros y oscuros como los momentos que viví al lado de mi dulce compañera.
En mi andar, creía escuchar las suaves notas de una canción que canté alguna vez en aquella habitación donde nuestros cuerpos se fundieron al ritmo cadencioso del deseo mutuo.
Era un callado lugar cuyas agrestes penumbras me recuerdaban las cóncavas redondeses de su cuerpo por mi descubierto.
Hoy miro la luna (nuestra luna) y vuelvo a sentir la tersura de su piel. Cierro los ojos y paladeo la humedad de su cuerpo cuando la poseía con locura desenfrenada.
En medio del silencio que me envuelve aún puedo oír sus gemidos cuando el acto culminaba, su voz era la muestra del derroche de placer que le propinaba. ¡Su cuerpo se estiraba tratando de tocar el cielo en aquellos momentos!
La amé tanto que sería imposible decir cuanto; con ese amor fuimos cultivando las perlas de un collar con que adornamos la soledad denuestras vidas.
Pasaron los años y la edad se fue apoderando de nuestros cuerpos; sin embargo, nuestra alma seguía joven y fresca, como la primera vez que oí su preciosa voz, justo en aquel momento en que me di cuenta que la quería a mi lado para toda la vida.
Había momentos en que su mirada parecía perdida, como si ella tratara de evocar su juventud, entonces yo con mucha delicadeza cogía su mano y ella volvía a mí.
En esos momentos, nos dimos cuenta que nuestro amor sería eterno, ya que nuestros dos seres se habían fundido en una gran escultura que iba a resistir para siempre el paso de los tiempos.
Un triste día te fuiste amor, mi amor eterno, mi dulce y bello amor, y aunque se que nunca volverás, aún te quiero.
Un abrazo
Francisco Pardavé

ESTELA

El otro día se me ocurrió buscar entre mis libros uno que tuviera algunos poemas que hubiera leído en mi juventud.
Después de mucho indagar lo encontré, ahí estaba, un poco amarillento y descompuesto, ¡quién sabe desde cuando alguien lo había leído!
Al abrirlo, salió volando un papelito que decía:
"Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negray blanca
Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día, quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... o no me quieras!"
Estela
¿Estela?, quien era Estela, ¿sería aquella compañera de la escuelaque me rechazó cuando le propuse que fuera mi novia?
A lo mejor fuela amiga de la compañera de mi hermano que nos acompañó a laexcursión a la Marquesa, cuando nos cayó el diluvio que nos hizo regresar todos mojados.
¿O sería aquella tímida muchacha que vivía enfrente de mi casa y que permanecía toda la noche con la luz encendida?
La curiosidad se apoderó de mi y ya no pude dormir, frenéticocomencé a buscar en los viejos álbumes de fotografías; de pronto la encontré: era ella, en un ovalito se veía su cara aún de adolescente, su mirada era tan triste y parecía tan ausente, una tímida sonrisa se dibujaba entre esos labios diminutos.
Atrás de lafoto se leía: "para ti con todo mi amor".
Maria Estela.
¡Cómo pude olvidarla! Si fue la luz de mi vida, mi primer amor, mi fugaz beso.
La que se fue aquella tarde cuando la acompañé a la terminal de autobuses diciéndome que volvería y nunca volvió.
La queme entregó este papelito que ahora estrecho entre mis manos y beso con ternura.
La mujer que sin duda, por primera vez la amé toda. La amé entera.
SALUDOS
FRANCISCO PARDAVE