AMORES OLVIDADOS
Al final del verano, Tere debía permanecer en casa de sus familiares por algunos días, mientras que yo debía regresar a mi casa esa misma noche. Por ello, consideramos que separarnos tan pronto era muy triste y decidimos pasar el día juntos, para despedirnos solamente cuando yo tomara el autobús de regreso. Así, fuimos a una hermosa playa donde calidamente transcurrió nuestra mañana, el lugar estaba casi desierto y aprovechamos cada momento de soledad para abrazarnos con ternura.
Por la tarde, decidimos acudir a un cine para ver un film romántico. En la oscuridad, entrelazamos nuestras manos para disfrutar de aquel momento de cálida unión. Salimos cuando la tarde ya caía y Tere me invitó a caminar a un parque muy discreto donde pasaríamos nuestros últimos momentos juntos; en aquel hermoso lugar, vimos el atardecer y a la luz de la luna, renovamos nuestras promesas de amor.
El momento de la despedida llegó y Tere me prometió que nos veríamos en menos de una semana. El momento fue muy triste para ambos pues la gloria de nuestro amor se veía quebrantada por la inesperada separación que nos afectaba. Pasaron varios días y ante su ausencia, me preguntaba si podría soportar tal carga emocional de extrañarla dolorosamente y sin remedio.
Cuando pensé que ya no la volvería a ver, recibí una increíble sorpresa al verla aparecer por mi casa. Nos encontramos y abrazamos efusivamente. Ante la presencia de mi madre salimos a caminar y no pude soportar el deseo de preguntarle por qué no había llegado antes como me lo había prometido, a lo que ella respondió que nole fue posible dada la presión de sus padres.
- Te extrañaba demasiado - dijo con leve tono de melancolía, deseaba estar contigo lo más pronto posible.
Aquellas palabras me enternecieron y me llevaron a contestar casi de igual modo.
Un extraño deseo de estar juntos nos poseía, un apetito de abrazarnos y besarnos infinitamente. Yo no había conocido hasta ese momento un amor con fuerza tal. Era una pasión incontrolable que me obsesionaba de manera permanente.
Llenos de ternura por nuestro feliz reencuentro, empezamos a buscar lugares solitarios e íntimos donde pudiéramos besarnos cada vez más con mayor pasión.
A partir de entonces, cada día nuestras almas se unían más y más consolidando una relación de gran estabilidad en todos los sentidos. Compartimos amistad y amor creando un mundo personal. Entonces algo nuevo surgió en nuestra relación, que despertaba y se hacía sentir cada vez más con mayor intensidad, algo que sentíamos en su magnitud... era el deseo carnal que despertaba con su ardiente mensaje. Comenzamos a platicar largamente sobre el tema del sexo., a veces en tono de broma y otras veces, con mucha seriedad.
El argumento fue en aumento, pues en nuestros momentos de intimidad, una gran excitación se apoderaba de nosotros. Aquella seducción física nos complacía y atormentaba a la vez pues no podíamos aún realizar el sexo en su plenitud y sólo quedábamos con una excitación terrible que se convertía en ardientes sueños nocturnos o interminables pensamientos sobre la eventualidad de hacer el amor ya en forma definitiva.
Poco tiempo después, empezamos a escribirnos cartas ardientes entre nosotros y en poco tiempo, las misivas eran verdaderos relatos eróticos que cruzaban por nuestras mentes y que soñábamos algún hiciéramos realidad.
Lamentablemente, por un descuido de mi querida novia, su madre descubrió una de mis cartas y al leerla, reaccionó violentamente contra ella intentando incluso, agredirla. Tere se defendió de aquel ataque maternal pero ya la crisis había comenzado. Su madre comunicó la noticia al padre de mi novia quien afortunadamente reaccionó de manera más pasiva. Por mi parte, también recibí las violentas palabras de la madre de Tere que se oponía definitivamente a nuestra relación. Su padre se acercó a mí y me declaró que él no estaba de acuerdo con lo nuestro pero si ella se sentía feliz junto a mí, no haría mayores problemas.
Al poco tiempo, y de manera inexplicable, la madre de Tere cedió en su argumento y fue cambiando hacia un tono más amable para con nosotros. Creo que, de algún modo, había llegado a aceptar la relación de su hija conmigo. Para mayor sorpresa, empezó a tomarme cierto aprecio y su trato hacia mí se torno más cálido y contemplativo, llegando incluso a preocuparse por las cosas de mi vida.
Cuando la crisis familiar que nos afectaba cesó, nuestra relación volvió a ser normal y a hacerse cada día más fuerte y estrecha. De algún modo habíamos conquistado terreno para expandir nuestro amor a horizontes más amplios.
No sé si lo pueda afirmar, pero de pronto me hice importante en la vida de Tere y su familia, en una agradable relación. En esta condición más estable y apacible, nuevamente regresaron a nuestras mentes, el deseo carnal y la ilusión de realizar definitivamente nuestra relación con la entrega sexual.
Así, nuestros encuentros íntimos volvieron a llenarse de excitación y deseo. Ya no tan sólo nos besábamos, sino que tocábamos nuestros cuerpos quedando presos de una gran exaltación. Todo esto tuvo como consecuencia, que nos estrecháramos cada día más, madurando nuestra relación en todos sus sentidos. Nos hicimos así, amigos, confidentes, cómplices y muchas cosas más. Sólo el sexo era algo que nos perturbaba y aún no habíamos alcanzado su plenitud, a pesar que dominaba plenamente nuestro pensamiento.
Una noche de sábado, luego de una fiesta de la escuela, tuvimos la oportunidad de estar bastante íntimos en una situación bastante especial. Regresábamos a casa en el coche de mi padre, cuando sentimos la tentación de detenernos frente a la costa mirando la playa que se ilumina en las noches de primavera. Muchas parejas en sus carros habían hecho lo mismo.
Durante algunos minutos, Tere y yo estuvimos mirando lo bello del lugar, mas en un instante, mi querida novia se abalanzó sobre mí, con abrazos y besos muy apasionados, lo que provocó que nuestras caricias fueran aumentando de tono. De pronto y casi sin darnos cuenta, nuestras manos buscaban las partes más sensibles de nuestros cuerpos.
Tere había abierto los botones de mi pantalón para liberar de su prisión a mi endurecido sexo. La noche y el ambiente contribuían igualmente a que fuéramos presas de una gran excitación, por lo que nos pasamos al asiento de atrás despojándonos de nuestras vestiduras. Luego de consolarnos sexualmente y otorgarnos divinos placeres, concluimos que de algún modo u otro, era imperioso que viviéramos nuestra sexualidad de manera más normal e intensa. Entonces nos prometimos mutuamente, encontrarnos pronto en algún lugar íntimo para hacer el amor sin las incomodidades de aquella situación antes descrita.
Abandonamos entonces aquella parada tan sexual y maravillosa, con la promesa de un pronto encuentro formal. Por desgracia esto no sucedió ya que sus padres se la llevaron a vivir para siempre a otra ciudad. Yo me quedé desolado y durante muchos años no pude enterrar estos momentos en el baúl de mis recuerdos olvidados.
SALUDOS
FRANCISCO PARDAVE
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1 comentario:
FRANCISCO,, ESTE COMO TODOS,, SIEMPLEMENTE HERMOSO,, TE COMENTE UNA VEZ, QUE NO ME GUSTA LEER TEXTOS MUY LARGOS,, PERO LEERTE ME ATRAPAA,, NO ME CUESTA NADA LEERLOS,, Y ESTE EN ESPECIAL,, FUE ESCRITO SI MAL NO RECUERDO, EN UN MOMENTO ESPECIAL DE TU VIDA HACE MUCHO TIEMPO NO??
HERMOSOOOOOOOOOOOOOOOOO!
BESITOS CON ABRACITOS
LAURA
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